jueves, 23 de abril de 2015

CARTAS ENVIADAS MEDIANTE CABALLOS  DE POSTA
Conjunto de caballerías que se apostaban en los caminos a distancia de dos o tres leguas, para que los tiros, los correos, etc., pudiesen ser renovados)
El servicio de correos prosigue su desarrollo y perfeccionamiento con el transcurrir del tiempo y aun cuando ya en el siglo XV aparece el cargo de Correo Mayor, con uno u otro nombre en todos los reinos peninsulares, el correo alcanza su mayor perfeccionamiento en tiempos de los Austrias, a principios del siglo XVI. En 1505, Felipe el Hermoso, esposo de Doña Juana, otorga a D. Francisco de Tassis, en arrendamiento, el servicio del correo entre España y los otros territorios europeos de la Casa de Austria, determinando en la concesión que la correspondencia no había de tardar. por ejemplo, más de cuatro días desde Irún a Bruselas, doce días en verano y catorce en invierno desde Toledo a Bruselas, y quince y dieciocho, respectivamente, desde Granada a Bruselas.
Es entonces cuando se inicia el establecimiento del servicio de postas a lo largo de los principales caminos que unen las localidades donde reside la Corte española y las ciudades más importantes de Europa: Roma, Viena, Paris, Bruselas, etc. en un primer momento, y después, también, a lo largo de los caminos que van de unas ciudades españolas a otras.
Carlos I ratifica los privilegios a la familia Tassis en 1516 para el establecimiento del servicio de postas entre los territorios de su vasta monarquía, conviniendo que en cada posta habría, al menos, dos caballos que asegurarían el rápido ir y venir de la correspondencia imperial. Las cartas tardarían, a lo sumo, treinta y seis horas en verano y cuarenta en invierno entre París y Bruselas; desde Burgos a Bruselas, siete días en verano y ocho en invierno, etc.; y se disponía que en los lugares donde se establecieran las postas hubiera al menos una persona encargada de la correspondencia, quien se haría responsable de entregar el correo o de su recepción.
El establecimiento de las postas era en efecto la respuesta técnica a las exigencias de esas velocidades en el transporte de la corresponencia, En terreno llano, un caballo al paso hace unos 6 ó 7 Km/h.; al trote, 12 ó 13, y al galope, 24 ó 25; ahora bien, en el primer modo de marcha su resistencia física le permite andar nueve o diez horas diarias, mientras que al trote se reduce su andadura a sólo tres horas, y al galope, a hora u hora y media; en cuanto la pendiente media del camino sea del 3 ó 4 por 100 las velocidades pueden disminuir hasta un 50 ó 60 por 100 de las señaladas.
Por ello, con sólo un caballo y un jinete, como los correos que hemos contemplado anteriormente, se podía recorrer al día unos 50 ó 60 Km, mientras que con postas, a 20 Km de distancia de unas a otras, podrían hacerse de 15 a 20 Km a la hora, cambiando de montura, con lo que en ocho o diez horas de caminar se podía llegar a 150 ó 200 Km diarios, que. como término medio, corresponde a las velocidades exigidas en el arrendamiento del servicio de correos de los Austrias a la familia Tassis.
Pero el servicio de postas requiere una organización importante y eficiente: la existencia de las postas, esto es, de posadas donde se disponga de caballos de refresco, la disposición de personal adiestrado, maestro de postas y postillones, unos que regentan y organizan las posadas y otros que acompañan al correo en otro caballo para devolver a la posta de procedencia los dos caballos, el del postillón y el del correo, etc., y esta organización la supieron proporcionar los Tassis.
Al principio, en los primeros años del siglo XVI, las postas estaban al servicio exclusivo del Rey, bien para la correspondencia real o bien para facilitar los viajes rápidos de las personas reales y altos funcionarios de la Casa real. En las relaciones de los viajes de Carlos I y Felipe II, escritos por Juan de Vandenesse, por Lorenzo Vital, etc., aparecen como contrapuestas las expresiones "ir por la posta" e "ir por sus jornadas", que suelen adjetivar los desplazamientos de los reyes y sus altos dignatarios para precisar si se utilizaron o no las postas en un viaje determinado.
Hacia 1580, en Castilla, se generaliza el uso del servicio de correos, pudiendo utilizarlo los particulares y creándose las estafetas, servicio que consistía en que los postillones trasladaban la correspondencia particular de una posta a la siguiente, con lo que el recorrido de cada mensajero era mucho más reducido, organizándose también en esa fecha los correos ordinarios y periódicos que transportaban la correspondencia entre las ciudades principales del país.



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